HISTORIA
DEL DIBUJO
Los
primeros dibujos conocidos se remontan a la prehistoria;
las pinturas
rupestres de la cueva de ÁFRICA, ASIA, EUROPA Y TODOS LOS CONTINENTES, son
unos de los ejemplos más antiguos, donde el ser humano plasmó en los techos y
paredes de las cavernas lo que consideraba importante transmitir o expresar,
normalmente actividades relacionadas con su forma de vida y su entorno.
De
las primeras civilizaciones perduran escasos ejemplares de dibujos,
normalmente, por la fragilidad del material en el que fueron ejecutados (se han
hallado pinturas, murales inacabadas), o porque eran un medio para elaborar
pinturas posteriormente, recubiertos con capas de color. Las culturas de la
Antigua China, Mesopotamia,
el valle del
Indo o el Antiguo Egipto dejaron
muestras claras de ello, ideando los primeros cánones de proporciones, como
sucedió también en la Antigua Grecia y Roma.
En
la Edad Media se
utilizó profusamente el dibujo, generalmente coloreado, para representar sobre pergaminos temas
religiosos a modo de explicación o alegoría de las historias escritas, privando
así lo simbólico sobre lo realista, incluso las proporciones y cánones de la
época. La cultura islámica también contribuyó con preciosos dibujos que solían
acompañar textos de anatomía,
astronomía
o astrología.


Es
en el renacimiento cuando
el dibujo eclosiona, logrando alcanzar sublimes logros. Por primera vez se
estudia el método de reflejar la realidad con la mayor fidelidad posible, con
arreglo a normas matemáticas y geométricas impecables: con Filippo
Brunelleschi surge la perspectiva
cónica. El dibujo, de la mano de los grandes artistas
renacentistas cobra autonomía, adquiriendo valor propio en autorretratos,
planos arquitectónicos y variados temas realistas –como los de Leonardo da Vinci–,
además servir como estudio previo imprescindible de otras artes, como la pintura, escultura o arquitectura.

El siglo XVIII fue un
siglo donde el dibujo acrecienta su labor polivalente en varios ámbitos de la
actividad humana, como es el diseño, los nuevos adelantos tecnológicos que se ampliarán en el s. XIX,
con la revolución industrial; la ingeniería y las bellas artes. Surgen nuevos
lenguajes más objetivos que se empiezan a impartir en la enseñanza, al normalizarse
sus sistemas a nivel académico, como fue el caso de los sistemas de
representación geométrica que se implantaron en el sistema educativo (primero
francés y luego en el resto de países)